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lunes, 20 de julio de 2015

Prólogo (La Primera Pluma)

LA PRIMERA PLUMA

Prólogo

Hace mucho tiempo, un brujo creó cientos de plumas mágicas, y repartió una a cada escritor que había en la tierra. Con las plumas solo se podía escribir la verdad, por lo que si escribías algo de tu propia invención, esto cobraba vida. Por eso, en aquel entonces, la Tierra era un mundo habitado por criaturas maravillosas, aunque había algunas no tan maravillosas. Fue esa la razón por la que se prohibieron las plumas, y se mandó que se quemaran todas. Pero había algunas personas que solo hacían el bien con las plumas y no querían destruirlas. Por eso, las escondieron. Pasaron los años y las plumas que sobrevivieron a la Recolecta pasaron de padres a hijos a lo largo de muchas generaciones. Las demás personas olvidaron lo sucedido con el pasar de los siglos. Las criaturas fantásticas ya creadas se escondieron en bosque y montañas, donde ningún humano podría nunca encontrarlos.

miércoles, 15 de julio de 2015

Prólogo (Montaña esturión)




Prólogo
Día  13- 10:06  de la mañana.
En el submarino anguila.


-Ya está. Te toca.
Jeff ya no sabía que mover. Su compañero le iba ganando por mucho y ya casi no le quedaban fichas. Y, además, nunca le había gustado el ajedrez.
-Venga-le insiste Matt desesperado por la tardanza-. Oye, ¿Sabes qué? Me voy a por un café. ¿Quieres uno?
Jeff se encogió de hombros y Matt se dirigió a la cafetería del submarino. Justo cuando este hubo desaparecido, Jeff, dejó de pensar en su jugada. Ya estaba cansado.
Al principio, la idea de surcar las profundidades del océano en un submarino, había entusiasmado a Jeff. Pero al cabo de unos diez días metido en aquella ballena de metal se empezó a desesperar. Incluso había pensado maneras de subir a la superficie, pero ninguna de las opciones la había resultado realmente atractiva. Tampoco había muchas opciones de diversión –menos el ajedrez- y aunque con Matt se lo pasaba bien, estar con una persona diez días seguidos encerrados en un submarino, únicamente divirtiéndose con el ajedrez… le llegó a saturar.
Jeff miró alrededor. Ya se sabía los camarotes de memoria: Habitación rectangular, estrecha y muy larga, con un pequeño pasillo en medio de dos filas de literas metálicas. Con pesar, Jeff se levantó de la cama de Matt –la inferior a la suya- donde estaban jugando al ajedrez y miró por una de las pequeñas ventanas que había en la habitación. No vio nada. Estaba todo demasiado oscuro. Donde se podía ver el exterior era en la cámara principal. Era una zona circular que se situaba en el frente del submarino, tenía unos ventanales enormes y unos faros que iluminaban el camino. De esa cámara salía un pasillo que cruzaba todo el submarino, y a su vez, de este pasillo salían distintas áreas, como la cafetería, la sala de mandos, la enfermería… O como los camarotes.
Jeff anduvo pensativo a lo largo de los camarotes. Aquellos últimos días había estado pensando mucho en la misión. Había sido su primera misión después de haber acabado de formarse y le estaba resultando de lo más pesada. También había que tener en cuenta que ésta era una misión de testificación para probar si el submarino -recién construido- era válido y seguro para ser utilizado, por lo tanto no se podía  esperar que pasara nada emocionante de este viaje. Pero sin querer, pasó.

Justo cuando Matt trajo los cafés, se oyó un grito que provenía de la cámara principal. Jeff salió del camarote a toda prisa, subió las escaleras, recorrió el pasillo principal corriendo y llegó a la cámara. Entonces, se paró en seco.
Por el ventanal no se veía nada. Los faros habían fallado y todo estaba oscuro, más oscuro incluso que cuando mirabas por cualquier otra ventana del resto del submarino. Pero, aparte de esto, había algo que a Jeff le daba muy mala espina.
Poco a poco fue llegando todo el mundo a la cámara principal y, como es obvio, la gente empezó a alterarse y a hablar sobre lo sucedido. Más tarde apareció el capitán seguido de los oficiales.
-¡Silencio!- dijo el capitán acallando todas las demás voces-. ¿Qué ha sido eso?
-Hemos sufrido un corte de electricidad- respondió un marine-. El submarino se ha parado y los faros se han apagado.
El capitán se quedó pensativo un momento. Luego subió unas escaleras que llevaban a la sala de mando. Entró y cerró la puerta.
Y las voces surgieron de nuevo. Pero Jeff no abrió la boca. Simplemente se quedó mirando a la sala de mando, que por cierto le fascinaba. Esta sala era una de las más extrañas del submarino. Mucha gente la llamaba la casita del árbol, porque era una plataforma sujeta a una viga circular que cruza el submarino de abajo a arriba en forma de tronco. Y sujeta al “tronco”, una plataforma que estaba rodeada por una valla (la casita), y tenía unas escaleras que llevan a la cámara principal, de manera que, desde arriba, puedes asomarte a la valla y hablar a todo el personal que estuviera  en la cámara. En esta sala solo podían entrar los técnicos, los oficiales y el capitán.
Pasados dos minutos el capitán volvió a  salir y se apoyó en la valla  con las dos manos y miró al personal que se encontraba en la cámara principal. El silencio se hizo de nuevo. Y entonces dijo:
-¿Alguien sabe cómo ha podido producirse este corte?
Nadie dijo nada. Poco a poco surgió un suave murmullo en la sala. Entonces Jeff se dio cuenta. Un escalofrío le recorrió la espalda y avanzó hacia la cristalera dándole la espalda al capitán. Una vez allí se quedó quieto con una mano posada sobre el cristal y observando el exterior. Acercó un poco más la cara al cristal y entonces los supo.
-Puede ser un animal-dijo un marine-. Tal vez haya mordido algo, o directamente sea un animal con algo eléctrico como las anguilas…
-No- le interrumpió Jeff. Este se dio la vuelta y miró directamente al capitán- No ha sido un animal. Lo que tenemos en frente es una “cordillera” marítima. Por eso está tan negro. Nos hemos chocado.
                Todo el mundo calló.
                -¿Es eso posible?- le preguntó el capitán a un técnico.
                -Si señor- respondió éste-. Puede haber sido una nueva formación submarina.
                -¿Nueva dices?- preguntó el capitán extrañado.
                -Señor, sé que le parece extraño, a mí en un principio también me lo pareció. Además en los mapas que aquí poseemos estas cordilleras no figuran- volvieron los murmullos. Jeff estaba seguro de lo que decía. El capitán abrió la boca para reclamar a Jeff su afirmación pero el técnico volvió a hablar-. ¡Ya tengo la respuesta! El problema era que una montaña no se forma en dos días. Pero me acabo de dar cuenta de que los últimos datos geográficos o mapas tomados de esta zona son de 1989. De manera que sí que ha tenido tiempo de formarse.

                -Hay que volver  e informar de esto en tierra. Creo que hemos cumplido la misión.

lunes, 13 de julio de 2015

Nuevo Libro

Voy a escribir un nuevo libro. Fuera del concurso de las historias (La primera pluma o Montaña esturión). La voy a publicar aparte y habrá otro apartado.

                  La historia se llama Cruza.